Wednesday, January 27, 2010

La OMS no disipa las dudas sobre la influencia de los laboratorios






El debate en el Comité de Sanidad
del Consejo de Europa sobre la
actuación de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) en la
pandemia de la nueva gripe fue
todo un combate. A un lado, el
número dos de la OMS, Keiji
Fukuda, con el presidente de la
asociación europea de fabricantes
de vacunas, Luc Hessel. Y, al
otro, el promotor de la iniciativa,
el epidemiólogo y ex presidente
del Comité (ha dejado el cargo
porque no ha sido reelegido por
su país), Wolfgang Wodarg, con
el director del centro colaborador
en epidemiología de la OMS en
Múnich, Ulrich Keil.
Era la primera vez que un foro
oficial les enfrentaba. Y había tres
temas clave: la influencia de los
laboratorios en las decisiones de
la OMS, el riesgo de las vacunas y
la declaración de pandemia. Este
siglo, la OMS ha alertado de tres
posibles pandemias: la neumonía
asiática de 2002 (200 muertos); la
gripe aviar (282 en seis años); y la
nueva gripe (al menos 14.000).
Por ahí empezó Wodarg: “Para
que haya una pandemia tiene que
haber un nuevo virus que cause
enfermedades y muertes, que sea
más grave que los anteriores. Y
eso no coincide con lo que vivimos”,
atacó. Fukuda esquivó: “No
es una gripe más. No es comparable
a la estacional”. “Ha causado
más de 14.000 muertes”. Luego
intentó explicar que esta cifra no
se podía comparar con las
500.000 de la gripe estacional,
porque se contaban de manera diferente
(en España, el Gobierno
calcula que son unas 8.000). E insistió:
“Pandemia es cuando un
nuevo virus se difunde, y éste lo
es: tiene parte de porcino, aviar y
humano, y causa en algunas personas
patologías graves. Al principio
no se podía saber su alcance,
y aún no lo sabemos; habrá que
esperar dos años. Decir que no es
pandemia es trivializar”.
Desde Bruselas, la ministra de
Sanidad, Trinidad Jiménez, le
apoyó: la OMS “actuó correctamente”
en la crisis, dijo. También
lo hizo el parlamentario francés
Denis Jacquat: “Lo que hicieron
la OMS y la industria farmacéutica
se corresponde con lo que queremos”.
Fue el único de la decena
de intervinientes que apoyó a
Fukuda. Fin del primer asalto.
Luego abrió el fuego Hessel,
de los fabricantes de vacunas. Rechazó
que los laboratorios contribuyeran
a crear la alarma para
vender sus medicamentos. “Hicimos
lo que se nos pidió: vacunas”,
argumentó. Y aprovechó para indicar
que habían donado 1,6 millones
de dosis. ¿Mucho o poco? Sólo
España reservó 20 veces más,
aunque al final sólo ha comprado
13 millones, de los que se han usado
dos millones.
Hassel abrió la puerta al debate
sobre la independencia de la
OMS. Fukuda arriesgó: “Nuestros
controles son muy rigurosos, pero
alguien puede mentir”. Y resaltó
que es difícil encontrar expertos
que nunca hayan colaborado
con la industria. “Es posible que
alguien que haya cobrado de un
laboratorio sea independiente”.
Wodarg saltó: “Estoy absolutamente
en contra”.
El epidemiólogo Keil aprovechó
un dato ofrecido por Hessel
(3.700 millones de euros invertidos
por la industria para prepararse
ante una pandemia) para
atacar: “Si han invertido tanto,
querrán recuperarlo”. Pero la parlamentaria
portuguesa Belém Roseira
pidió pruebas de las presiones
de la industria, y Wodarg patinó.
“Si no las ha habido no se entiende
el comportamiento de la
OMS. O eso, o están locos”, dijo.
Fin del segundo asalto.
Sobre la alarma por la declaración
de pandemia, Fukuda dudó.
Primero, adujo que los procedimientos
están en continua revisión,
con lo que dio a entender
que se había cambiado la definición
de pandemia sobre la marcha.
Luego, negó que la gravedad
de la enfermedad se use para declarar
la pandemia. Por último,
admitió que el sistema se va a revisar.
“El miedo no lo causa la
OMS, lo produce la propia enfermedad”,
dijo para rematar. Kiel
aprovechó: “Si el virus muta, tendremos
tiempo a adaptarnos; a lo
que no podremos acostumbrarnos
es a las campañas de miedo”.
“Con los nuevos criterios, ¿podría
declararse una pandemia de estornudos?
Sí”, ironizó.
Wodarg resumió: “Cada respuesta
aumenta mi preocupación.
En mayo de 2009, varios países
intentaron que no se declarara
la pandemia. La OMS, que
siempre fue racional, se ha vuelto
irreconocible”. El británico Michael
Hancock remachó: “Es ofensivo
que la OMS no responda. Esto
es un problema de credibilidad”.
Fukuda fue débil: “Podíamos
haberlo hecho mejor, pero
¿cómo?”. Final del combate.