En los próximos cinco años se destinarán 350 millones para ‘comprar’ la paz
La comunidad internacional constituirá
un fondo de al menos 350
millones de euros en cinco años
para financiar los planes del presidente
Hamid Karzai para reintegrar
en la sociedad afgana a los
talibanes no asociados con Al Qaeda.
La canciller alemana, Angela
Merkel, anunció ayer que su país
contribuirá a ese fondo con 50 millones
para todo el periodo. Reino
Unido y Japón también respaldan
la iniciativa. Karzai presentará
mañana sus ideas para desactivar
a los talibanes en una conferencia
internacional en Londres en la
que a él se le exigirán compromisos
y rigor. La comunidad internacional,
encabezada por Estados
Unidos, hace grandes esfuerzos
para creer en un Karzai que el
propio embajador de Washington
en Kabul ve como socio estratégico
inadecuado.
Las cifras definitivas del fondo
para comprar la paz todavía están
en el aire y fuentes gubernamentales
estadounidenses reconocían
ayer en Bruselas que la “comunidad
internacional debe todavía decidir
con cuánto contribuye”, si
bien la cifra de 350 millones es la
que se ha ido abriendo paso. “La
idea de la reintegración de los talibanes
tiene bastante apoyo y ha
dado resultado en distintos países”,
señalaba la fuente. Washington
ve como antecedente ideal lo
ocurrido con los suníes de Irak.
El programa para la reintegración
de los talibanes será la pieza
de impacto de la conferencia que
mañana acoge Londres para perfilar
el futuro de Afganistán. Allí
será donde Karzai presente sus
ideas para atraerse con ofertas dinerarias,
de trabajo y de tierra a
los talibanes no radicalizados ni
vinculados a Al Qaeda.
“El programa de reintegración
que Karzai va a anunciar y que la
comunidad internacional va a
apoyar es una oportunidad para
que aquellos que combaten a nivel
de comandante local dejen de
hacerlo, abandonen la clandestinidad
y se reintegren en la sociedad
afgana si renuncian a Al Qaeda”,
adelanta Richard Holbrooke, el
emisario de Barack Obama para
Afganistán.
Tal financiación internacional
es independiente de otros planes
de inversión en reconstrucción y
desarrollo de Afganistán, mucho
más gravosos, y de los miles de
millones que se van a seguir dedicando
a la formación de soldados
y policías, misión en la que Estados
Unidos soporta el grueso de
la carga financiera.
Tras los discutidos resultados
electorales, Washington apoya a
Karzai aunque marcándole de
cerca y tomándole la palabra en
sus promesas del discurso de toma
de posesión de noviembre a
favor del desarrollo, la gobernanza
y la lucha contra la corrupción.
La desconfianza de EE UU con el
presidente quedó de manifiesto
en un telegrama del embajador
norteamericano en Kabul del pasado
noviembre, en el que consideraba
que Karzai “no es el socio
estratégico adecuado” por su negativa
a asumir responsabilidades
y por exigir a Washington sin
contrapartidas. A la confidencia,
revelada por The New York Times,
respondió ayer Karzai diciendo
que “si ser socio supone someterse
a la voluntad americana, está
claro que no va a ser el caso”.
Encarrilada con los hechos la
relación (refuerzo de los soldados
de Estados Unidos y de Europa,
conferencia de Londres), el esfuerzo
se centra ahora en conseguir
que la comunidad internacional
actúe al unísono en Afganistán.
Además de anunciar su contribución
de 50 millones, Merkel
reveló en Berlín que va a enviar
500 soldados más al país asiático,
con lo que el contingente germano
rondará los 5.000 efectivos, el
segundo mayor europeo tras el
británico. La superación del umbral
legal de los 4.500 es admisible
por la asignación de los soldados
a tareas defensivas como la
instrucción de militares afganos,
a la que se dedicarán 1.400 militares
frente a los 280 actuales.
En Londres se hablará de dar
responsabilidades a los afganos,
un proceso que, sostenido por las
propias fuerzas de seguridad de
Afganistán, exige, por un lado,
una mayor coordinación de las
contribuciones internacionales civiles
dirigidas a crear las condiciones
para que el país tenga un futuro
y, por otro, un mejor maridaje
entre los esfuerzos civiles y militares
de los aliados. Un diplomático
británico, Mark Sedwill, fue nombrado
ayer alto representante civil
de la OTAN con ese objetivo.